Soy consciente de que éste es un tema que puede escocer a más de uno, pero sí, tengo aversión a El Rocío. Y, por supuesto, a diferencia de todos aquellos fanáticos adscritos a una supuesta fe rodeada de alcohol y conductas temerarias, puedo aducir una serie de argumentos que justifican esta postura y que van mucho más allá del típico “no sé, es algo muy especial que siento y que no se puede explicar con palabras” (esta frase podrán oírla hasta la saciedad siempre que aparezca el típico reportero de turno preguntándole al típico “peregrino” de turno la típica y estúpida pregunta de: ¿por qué le gusta El Rocío?). A saber:
- Cohetes y cortes de tráfico: ante esto solo puedo decir aquello que dijo un conocido y rabioso entrenador tras una semifinal de la Champions League: ¿por qué? No entiendo, de verdad, por qué tienen que tirar cohetes para señalar su altiva y despreciable presencia, así como tampoco entiendo por qué han de afectar el curso natural diario del tráfico. Seguir leyendo»