El deseo se mantiene intacto, por lo que sigue habiendo esperanza
– ¡Luces en la celda 9! –gritó el guardia nuevo.
Al instante, una potente luz blanca y cegadora inundó toda la celda. Al parecer, había alguien fuera que controlaba el encendido y apagado de las luces de todas y cada una de las celdas. George estaba en la celda 9, lo que quería decir que, como mínimo, había allí otros 8 compañeros sufriendo las mismas inclemencias que él, ya que los presos comunes eran encerrados en lugares distintos a los de los presos políticos. Ahora, la celda parecía algo distinta, no tenía un aire tan siniestro ni temerario, aunque el olor seguía siendo igual de desagradable y el escaso espacio igual de incomodo. Seguir leyendo»