Nada es fácil.
Nada es perfecto.
La vida misma es un bucle constante de puertas que se abren y cierran, de esperanzas y desilusiones, de alegrías y tristezas, de victorias y derrotas, de sonrisas y lágrimas, de subidas y bajadas, de calmas y tempestades, de ganancias y pérdidas, de paz y guerra.
Pero es por eso por lo que, precisamente, la vida merece ser vivida.